Desde el lanzamiento del iPhone 12 en 2020, Apple tomó una decisión polémica: eliminar el adaptador de carga de la caja de sus dispositivos. ¿La razón? Reducir su huella ambiental y avanzar hacia su objetivo de ser carbono neutral para 2030. Pero… ¿realmente tiene sentido?
Una decisión con varios objetivos
Apple justificó esta medida bajo una premisa ambiental: millones de personas ya tienen cargadores en casa, por lo que incluir uno nuevo en cada caja genera un desperdicio innecesario de materiales. Al quitarlo:
Se reduce el tamaño de la caja.
Se disminuye el peso de cada unidad.
Se optimiza el espacio en cada envío.
Se reducen las emisiones globales relacionadas con la logística.
¿Es un impacto real?
Muchos usuarios cuestionan esta decisión. Dicen que si los cargadores ahora se venden por separado, el impacto ambiental se compensa negativamente. Y tienen un punto.
Sin embargo, aunque el impacto puede parecer menor en una escala individual, no es insignificante a gran escala. Apple vende más de 200 millones de iPhones al año. Esa cifra transforma pequeños ahorros logísticos en toneladas menos de emisiones, menos uso de plásticos, aluminio y menos empaques.
¿Sostenibilidad o negocio?
No podemos ignorar el otro lado: Apple también se beneficia económicamente. Al no incluir el adaptador, reduce costos de producción por unidad y genera ingresos adicionales al vender los cargadores aparte.
Esto es una jugada que mezcla tres cosas: sostenibilidad, eficiencia logística y rentabilidad.
Algunos lo ven como un paso positivo en favor del medio ambiente, otros como una estrategia de reducción de costos disfrazada. Sea como sea, es una decisión que ha marcado un precedente en la industria: otras marcas ya han seguido el mismo camino.
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